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San Pedro de Atacama: Un lugar mágico

Este pequeño pueblito en el altiplano chileno es, junto al Parque Nacional Torres del Paine, el máximo destino para la familia mochilera, con cientos de visitantes de todos los países que adornan su centro cívico y turístico. Este lugar, enclavado en medio del Desierto de Atacama, entre la Cordillera de los Andes y la Cordillera de Domeyko, ofrece una cantidad numerosa de actividades a realizar que dejan satisfecho a todo aquel que la cruce en su camino.

Sus 2500 metros sobre el nivel del mar no pasan desapercibidos. Es que saliendo desde Antofagasta hacia el norte, en dirección a las ciudades de Calama y San Pedro, la inclinación de la carretera es sólo un ligero ascenso sin final. Una ruta con turbinas de energía eólica alrededor, nuevamente simbólicos monolitos y la eterna compañía del sol y la tierra. Bueno, sean bienvenidos, amigos y amigas, a San Pedro de Atacama.

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Para alguien de una gran ciudad, San Pedro es sólo una villita, pero muy tradicional a su manera. Las construcciones, en su mayoría de adobe o ladrillo y que albergan a sus 4000 habitantes, soportaron con astucia el terremoto de abril de 2014 en el norte de Chile.

Es en un lugar así de pequeño y así de turístico dónde tener algún conocido para hospedarte es muy útil. Las solicitudes de Couchsurfing deben hacerse con meses de antelación, y con lo improvisado de mi ruta es imposible prever con tiempo cuando llegaré a ciertos lugares. ¿Mi caso? Un buen amigo, Iván, vivía y trabajaba en San Pedro, por lo cual además de ahorrarme la plata destinada al alojamiento, pude ver desde dentro mismo el lado menos turístico del pueblo, ya que vivía lejos del centro y tenía una visual perfecta al volcán Licancabur, la gran altura de esta parte del altiplano.

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En San Pedro los panoramas más populares son cuatro. Los Geysers del Tatío, las Lagunas Altiplánicas, la Laguna Céjar y el Valle de la Luna. Dos de ellos son posibles de realizar en la mañana y dos en la tarde, por lo tanto en sólo un fin de semana tu puedes realizar todas las excursiones. Cómo mi apuesta por la ruta considera disfrutar además del entorno y no ir demasiado deprisa, la decisión que tomé fue realizar una visita diaria a cada uno, algunas hechas con tours y otras por mi cuenta.

El primer día la visita fue al Valle de la Muerte y al Valle de la Luna. Esta salida es posible de realizar con tour en algún tour o arrendando una bicicleta para aprovechar la cercanía del lugar (menos de 2 kilómetros). En mi caso, Iván y sus amigos me consiguieron la posibilidad de participar del tour de forma gratuita. La empresa escogida fue “Tatchir” y comenzó a las 3 pm aproximadamente, en dirección al colorido y cambiante Valle de la Muerte y a la Cordillera de la Sal.

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Durante el transcurso del tour conocí a Jimena, mexicana de vacaciones por Chile, quién fue mi compañía en esta parte del viaje. Juntos recorrimos la zona superior del Valle de la Luna y la popular Piedra del Coyote, para luego visitar unas raras formas escultóricas de sal, las Tres Marías.

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Finalmente, el tour te lleva a la gran duna, dónde es posible apreciar el Valle de la Luna en su totalidad y entender el significado de su nombre. Te sientes por un momento sentado sobre la corteza del único satélite que tiene el planeta Tierra. Sólo queda culminar la tarde con la vista del atardecer desde este punto y regresar pleno a San Pedro de Atacama. Un primer día redondo dónde la agencia (y en especial su guía) estuvieron realmente a la altura.

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El segundo día fue el turno de madrugar. ¿El destino? Los Geysers del Tatio. Un campo de Geiseres ubicados al norte de San Pedro, a unos 4300 metros sobre el nivel del mar. Para comparar su importancia, es el tercer campo de geiseres más grande del mundo y posee cerca del 8% de todos los existentes hasta el momento.

Tras 3 horas de recorrido se llega al campo y la primera impresión es ¡WOW!. El agua, sometida a la alta presión, busca la salida a la superficie por medio de fisuras en la corteza terrestre. Debido a la altura, el punto de ebullición no es de 100°C, sino que sólo 86°C.

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Es un lugar increible. Tienes cerca de 80 geiseres que son, definitivamente, para todos los gustos. Grandes, pequeños, unos expulsan sólo vapor, otros agua, coloridos, etc. Sencillamente un lugar único en Chile y en todo el hemisferio sur.

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A medida que pasan las horas, y con el cambio de temperatura, los geiseres van disminuyendo su tamaño y la visita da paso a un baño de aguas termales opcional, y luego a rodar por el camino de vuelta, pero esta vez con la luz en todo lo alto. Para terminar, una visita al pequeño pueblo de Machuca y el regreso a San Pedro de Atacama al mediodía.

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La tercera jornada traería sorpresas. En primer lugar, una salida junto a otra pareja chilena, a las Lagunas Altiplánicas. Segundo, mi primer partido de basquetbol a 2500 metros sobre el nivel del mar. Y tercero, el reencuentro con unos viejos amigos.

Vamos por partes. Lagunas Altiplánicas consta de una visita por 3 lagunas en la mañana y a 4200 metros de altura: Miñiques, Miscanti y Chaxa. Miñiques fue formada por la erupción del volcán del mismo nombre hace 1 millón de años, dejando como consecuencia esta hermosa laguna y como evidencia la gran cantidad de roca volcánica que la rodea. A su costado, la aún más enorme, Miscanti.

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Esta parte del viaje culminaría con una visita a la Laguna Chaxa (mi favorita del día) para ver a los flamencos y su cortejo nupcial que hacía parecer una elegante danza. Esta laguna se encuentra en medio del salar de atacama, que es el tercer más extenso del mundo y, en el cual, es posible también apreciar los depósitos de sal a los costados de la laguna. Un conjunto que retrata un hermoso paisaje de fantasía.

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Sobre la sorpresa que había mencionado: Si hay algo maravilloso sobre viajar es el reencuentro con gente que en algún momento llamaste compañeros y compañeras de ruta. Y en San Pedro pude volver a ver a mis viejos amigos Jason y Lisa de Inglaterra, con quiénes hice Torres del Paine y Puerto Natales juntos, y dónde pudimos rememorar esos lindos días y también relatarnos mutuamente las aventuras de estos tantos meses.

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En fin, aún quedaba un día de viaje en San Pedro y correspondía la visita a Laguna Cejar, a la que se puede llegar también en bicicleta por su cercanía con el pueblo. Al estar ubicada también en el Salar de Atacama, esta laguna tiene la particularidad de tener grandes concentraciones del mineral salino, por lo que sus visitantes pueden flotar en sus aguas sin hacer ningún esfuerzo (no por nada lo llaman el Mar Muerto chileno). Una experiencia que en América Latina sólo puedes vivir en este lugar.

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La segunda parte de la visita es a los Ojos del Salar, dos lagunas más pequeñas que al mirar desde los cielos parecen dos globos oculares, y finaliza todo en la Laguna Tebinquinche, dónde se espera la puesta de sol. Si esta visita se hace en verano, la laguna luce completamente evaporada y es posible divisar sólo ese manto de sal que cubre todo.

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Si hay un punto negativo en lo que sería mi visita a San Pedro es no haber podido visitar el observatorio A.L.M.A, el más grande del planeta, por razones de seguridad. Pero creo que esta vista final de la panorámica de parte de las montañas y volcanes de este mágico lugar me llama a volver por estas tierras, vuelta que espero no se tarde demasiado, porque hay mucho más que conocer.

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