Normalmente los escritos en este blog relatan mis experiencias en los distintos lugares por los que voy marcando mi huella, historias de lugares surrealistas, de temerarias aventuras y nuevas amistades. Esta vez será distinto, porque después de mis días en Tena tengo la labor moral de no escribir demasiado sobre mí, sino sobre alguien que cambió mi forma de ver la vida.
Es increíble como algo tan pequeño como un par de movimientos de un mouse y un teclado en una página web pueden ser la chispa que ocasionó este hermoso incendio. Enviar una solicitud de Couchsurfing para pasar unos días en el oriente ecuatoriano y ver con mis propios ojos las maravillas que oía a diario sobre la selva, respirar ese aire amazónico y degustar su particular cocina era mi objetivo, pero lo que obtendría de este viaje terminaría siendo bastante diferente y mucho más enriquecedor.
La protagonista de esta historia y quién aceptó mi solicitud es Myriam Vieillard, que desde su natal Francia hace patria en esta remota región de América Latina junto a sus dos hijos, Nina y Timi y sus dos cachorros Belo y Dido. Ella además de hospedarme en su casa y hacerme parte de su familia, me hizo una invitación a participar de su fundación, Patou Solidarite, qué trabaja para ayudar a las comunidades indígenas aledañas al Tena con proyectos de apoyo. Junto a ella está su inseperable amiga Christina, que dedica su tiempo la enseñanza a niños especiales de las comunidades en su escuelita. Dos mujeres que hacen de su vida la solidaridad sin esperar nada a cambio.
Tena es la capital de la provincia de Napo, considerada por algunos la puerta sur a la amazonia ecuatoriana. Con un clima cálido-húmedo tropical durante gran parte el año, las mayores fuentes de ingreso son el ecoturismo y la agricultura (cultivo de banano, cacao, maíz, naranjilla, caña de azúcar, café, etc). Las manifestaciones culturales afloran en esta zona, con una nutrida influencia étnica de las comunidades Huaorani y Kichwa, estos últimos representando un porcentaje importante de la población rural.
Los Kichwas son descendientes de los incas que intentan contra viento y marea preservar su cultura y sobrevivir, muchas veces en condiciones muy humildes. Por desgracia son víctimas de un sistema que no los reconoce y los deja, a menudo, al margen de la sociedad misma.
Es aquí dónde Myriam y su fundación hacen su aparición en 2012, con micro-proyectos de apoyo para las familias más pobres de las comunidades de Sindy y Jatun Yacu, aledañas a al río Napo y a pocos kilómetros de Tena. Estos proyectos involucran la construcción de invernaderos, gallineros para crianza de aves de corral, materia prima para sembradíos, además de donaciones en ropa, juguetes, material escolar y una completa reparación de los sanitarios de la escuela Jatun Yacu. Personalmente, tuve la oportunidad de participar junto a la familia de Carlos y Martot en el inicio de la construcción de su gallinero en un pequeño predio de su propiedad en Sindy por unos días, dónde el machete se convirtió en nuestra principal herramienta.
Nunca había estado en la selva antes y trabajar por una causa justa en un lugar de estas características me sobrecogió tremendamente. La vegetación, la fauna silvestre, el millar de mosquitos que acechaban mis brazos, los monos que nos miraban atentamente desde las alturas al ritmo de nuestro martillar. El sonido de la amazonia es una maravilla, sólo te queda cerrar los ojos, abrir los brazos y dejar que la sinfonía natural comience, todo esto mientras las mariposas danzaban alrededor. Era otro mundo.
Otro día acompañé a Myriam a Jatun Yacu para entregar unos sacos de maíz a las familias de la comunidad y visité la escuela de Christina, en lo que fue otra experiencia para enmarcar. Sus niños, como ella llama, son hermosos y en esta escuela desarrollan diferentes habilidades gracias a los juegos que muchos de ellos realizan. En la cultura indígena si tienes algún tipo de retraso o malformación, o incluso si sufres una anomalía como lo es el enanismo, eres discriminado, por lo cual es aquí dónde Christina aparece para «salvarlos».
La gastronomía era otra historia. Fuimos invitados a la inauguración de un restaurant de una familia kichwa en Sindy dónde degustamos la tilapia en maito, pez de la zona preparada en hoja de platanillo acompañado de yuca, limón, tomate, chifle, etc, y para beber la famosa guayusa, una infusión que se obtiene de los árboles del mismo nombre. Todo esto terminó acompañado por una danza amazónica tradicional que coronó una hermosa ceremonia de inauguración.
Para finalizar, algunas de las actividades que realizamos con Timi y Nina en los alrededores de la ciudad fue disfrutar del pregón nacional en conmemoración de los 454 años de la fundación de Tena, una ida al turístico Misahuallí (playa en las costas del río Napo conocida por su cercanía con una pequeña población de monos) y en general disfrutar de las los colores, aromas y sabores que la amazonia ecuatoriana ofrece. Extrañaré mucho los días que pasé acá, y la familia que supo hacerme sentir como uno de los suyos. Muchas gracias!
PD: La fundación Patou Solidarite está constantemente necesitando voluntarios para el apoyo en las comunidades indígenas cercanas al Tena. Si te interesa ser parte de esto revisa la información que se indica a continuación. Además puedes donar dinero a la causa desde su página web oficial, dónde constantemente se actualiza de las obras realizadas. Están todos invitados a participar en esta hermosa experiencia!
INFORMACIÓN DE FUNDACIÓN
Página Web: http://www.patousolidarite.eu/
Facebook: https://www.facebook.com/pages/Patou-Solidarit%C3%A9/472025376167121?fref=ts
Twitter: https://twitter.com/PatouSolidarite
