Magia. Esa es la palabra que describe de mejor manera a la ciudad más importante de Central Florida, en el este de los Estados Unidos. Y bien ganado tiene su nombre, debido a la gran cantidad de parques temáticos que albergan sus calles (posee 7 de los 20 parques más visitados del mundo). ¿El más famoso? Por supuesto, World Disney World. Pero también cuenta con Universal Resort Florida o Sea World, entre otros. Una ciudad dónde en cualquier momento podrías cruzarte a Mickey Mouse, a Harry Potter o a una persona disfrazada de orca y no tendrías que sentirte extraño.
En este post, en cambio, quiero enfocarme en el Orlando común, el menos visitado, el tradicional. Por primera vez en suelo norteamericano nos daríamos un tiempo para recorrer sus calles y aprender sobre su gente, sus costumbres o su arquitectura.
En esta ciudad fuimos hospedados por Richard, de CouchSurfing. Una persona con basta experiencia recibiendo huéspedes y que nos trató de maravilla. Cuesta entender que un desconocido abra las puertas de su casa, te entregue las llaves y te de la libertad de recorrer a placer su ciudad sin un dejo de desconfianza, creo que jamás lo habría experimentado si no me hubiese atrevido a viajar. Richard es un enfermero de profesión, conductor de UBER en su tiempo libre, y abiertamente homosexual que disfruta de la vida tal cual debe ser vivida junto a sus perros Rusty y Sydney.
La zona semi-pantanosa en que Orlando está situada contiene innumerables lagunas, lo cual hace muy común tener costosas casas con un patio directo al lago o parques alrededor de ellos; pero cuidado, existe una posibilidad de encontrarte con caimanes en sus aguas. Por las mañanas, vemos gente practicando los principales deportes al aire libre: beisbol, basquetbol, futbol americano o incluso golf tanto o más como el fútbol en Sudamérica. Una cultura donde el deporte está muy, pero muy arraigado.
Caminar por los barrios de Orlando es ver las casas como las veías en los programas de TV, como en Prince of Bel-Air o en Los Simpsons, con un jardín abierto y, a veces, hasta con la bicicleta suelta por el cesped. Los pórticos igual eran pan de cada día y una que otra tenía acceso directo al sótano o mosquitero en caso de vivir alrededor de naturaleza. Rara vez verás una casa enrejada como por estos lados, que más que casa parece cárcel. Y ni hablar delos dueños de los parques, las ardillas; muy gracioso me veía tomando fotos de estos diminutos roedores mientras la gente no entendía mi emoción.
Nuestro punto neurálgico del centro era definitivamente el lago Eola, en pleno corazón de la ciudad. Acá encontrarás cientos de personas haciendo ejercicio o disfrutando al aire libre, con una vista a algunos de los rascacielos del downtown. Posee un anfiteatro, parques de juegos y la posibilidad de rentar cisnes a pedales para recorrer el lago. Además su fuente es considerada ícono oficial de la ciudad de Orlando y realiza un show de luces cada noche, interesante forma de gastar 2.3 millones de dólares.
El sistema de transporte en Orlando es vía Lynx, un sistema de buses que conecta toda la ciudad, el aeropuerto, los parques temáticos y las principales áreas turísticas. Si buscas visitar zonas aledañas a Orlando, tu opción es el SunRail, tren que une casi 35 millas de trayecto desde algunas localidades al norte hasta el downtown de la ciudad. Aquí tuve la posibilidad de pasar un día en Winter Park, a unos 20 minutos hacia el norte.
En cada historia que vivíamos habíamos tenido algo de fortuna, y este también sería el caso. Asistir a un encuentro deportivo en Orlando estaba fuera de nuestro presupuesto, así que cuando tuvimos la posibilidad de ver el Amway Center por fuera, casa del equipo de la NBA Orlando Magic, ni nos asomamos por las boleterías. ¿Cual fue la buena noticia de haber ido? Encontrarnos con muchas gentes vistiendo camisetas de fútbol del Orlando City SC. Ni tontos, ni perezosos, averiguamos que había un partido de pretemporada ante el Bahía de Brazil y compramos tickets a un precio de locura para un partido profesional (menos de 10 USD cada uno).
El resto es historia. Ver un partido de «Soccer» en tierras americanas estaba en nuestros planes, pero creo que nunca lo imaginamos tan pronto. Vimos al astro brasilero Kaka, vimos a un defensa central anotar 4 goles, nos llevamos una grata sorpresa de como los estadounidenses viven el fútbol y como siempre, hicimos a un par de amigos que nos ayudaron a entender todo un poco más rápido. Amigo Andrés del Perú, si lee esto, le envío un afectuoso saludo.
Con esto despedíamos Orlando, una ciudad que, si tuviese que vivir en los Estados Unidos, sería de mis primeras opciones por lejos (eso lo averiguaría con el tiempo, lógico). El próximo destino era Atlanta.
Lo sé, no visité World Disney World. Si estuve en el área común del parque llamada Downtown Disney Área, una zona de restaurantes y tiendas de recuerdos a la salida del Resort, dónde fui a buscar a mi amigo Francisco que si cumplió su sueño de visitar el parque temático más grande del planeta. ¡Mágico!