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Del ‘Que sopa’ al ‘Pura Vida’: Una frontera caribeña entre Panamá y Costa Rica

Dejé Boquete con la garganta apretada y lágrimas en los ojos. Hace años no disfrutaba tanto de un lugar al que podía llamar hogar, y con gente que hacía una semana eran completos desconocidos. Por petición de mi amigo Ricardo partí en dirección al archipiélago de Bocas del Toro, en el caribe panameño, a dejar unos apuntes de su escuela de español y me embarqué en lo que fueron 9 horas de dedo interminables. Tan mal me fue aquella jornada que aún pagando un par de transportes baratos debí dormir en el pueblo de Almirante, desde donde zarpan por la mañana las lanchas a Bocas.

Desde el embarcadero de Almirante están las diferentes agencias que hacen el recorrido a Isla Colón, la principal del archipiélago y de mayor infraestructura turística (cuentan hasta con su propio aeropuerto). El valor es de 6 USD la ida y 10 USD si compras ida y vuelta en el mismo momento, disponible sólo para personas a pie, la verdad desconozco como es el cruce para vehículos. Locales, viajeros extranjeros, muchos costarricenses, hasta gallinas iban en nuestra lancha que tarda aproximadamente una media hora en realizar el trayecto. Arribando a la isla fue cuando me di cuenta rápidamente del lugar al que llegaba, sin duda debe ser el de mayor movimiento de turistas en todo Panamá, cosa que generalmente desagrado. Me dirigí a la escuela de español a dejar mi encargo, lugar donde conocí a Austin, colega argentino trabajando en aquel lugar. Llevaba tanto tiempo hablando inglés que no saben el placer que me dio compartir unos «che, que pasa» o unos «todo bien, hermano?» con mi colega viajero.

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Isla Colon cuenta con numerosas playas que permiten incluso el acampar libre para quien no tiene presupuesto de hostales, la mejor de todas es definitivamente Playa Estrella. Sorprende lo caro de Bocas del Toro, por ejemplo la buseta a esta playa es de 5 USD ida y vuelta quedando a una distancia muy corta, incluso posible de hacer en bicicleta. Desde la parada final del bus en el sector Boca del Dragón se caminan unos 10 minutos al costado de la playa hasta arribar a Starfish, como es su nombre en inglés.

Su nombre radica en el fenómeno de que cientos de estrellas de mar llegan a su muy calma orilla, lo que es goce de todos los turistas que disfrutan de una apacible jornada con ellas. Recordar siempre no tocarlas y menos sacarlas del agua, seamos responsables por favor. Nuevamente el idioma español predominaba, cosa que me alegraba de sobremanera. Otras actividades en Isla Colon son el cruce a Isla Carenero por un dólar o visitar la playa Bluff que es más idónea para el surfing.

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Cómo buen turista (?) que soy, salí de mi ambiente tradicional de mochilero y me embarqué en un tour de 35 USD que podría haberme costado semanas atrás medio mes de vida en Venezuela,  mientras que en Bocas sólo alcanzaba para una tarde. El tour consistía en montar una lancha y visitar una serie de lugares, entre ellos una isla repleta de perezosos en la que no puedes desembarcar (aquí aprendes que ellos son mucho mejores nadadores que caminantes), donde en el camino observas enormes delfines que acompañaban nuestro pasar, para así llegar a la atracción del lugar, el Cayo Zapatillas.

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Cayó Zapatillas es una pequeña isla al este del archipiélago rodeada de playas, por lo que cada tour puede desembarcar en un sitio diferente. Hay senderos para caminarla, cosa que pocos turistas realizan. Cómo uno no paga por quedarse estático tomando sol tomé mi mochila y salí en búsqueda de la aventura. En esa vegetación pantanosa encontré tortugas, insectos de tamaños descomunales y hasta un encuentro cercano con un caimán, para finalmente llegar a una playa mucho mejor que la de nuestro desembarque. Ahi, en soledad, pasé el resto de mi tiempo en el cayo.

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El final de mi tour fue con una pasada de snorkeling en el arrecife de coral y con una última sorpresa muy, pero muy entretenida: se trata del Deep boarding, no incluido en todos los tours. Desde la lancha se dejan amarrar cuerdas hacia el mar con un tipo de tabla en forma de aleta en el extremo, la cual cada uno de nosotros sostiene fuertemente. En cuanto estamos en posición la lancha comienza a avanzar y uno queda detrás flotando sobre la tabla. Lo increíble radica en la posibilidad de girar la tabla de manera que es posible sumergirse y disfrutar del mismo coral que habíamos hecho snorkel, pero ahora a una velocidad mucho mayor. De lo más entretenido que he hecho en el mar, sin duda alguna. El tour concluye de vuelta en Isla Colón, no sin antes visitar una región del mar plagada de estrellas de mar, está vez fuera del alcance de nuestras destructivas manos.

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Bocas del Toro fue entretenido, pero te deja esa sensación de ser un completo turista, sensación que en general todo Panamá te deja. Pareciese que la infraestructura turística en varias ciudades del país simplemente desplazó al panameño fuera de las ciudades hacia la periferia, sin considerar una actitud algo amarga de los locales hacia nosotros, quizás por esto mismo. Les hemos quitado espacios de recreación, de sociabilizar y a ratos se comprende el enojo hacia los «gringos invasores» que durante mucho tiempo controlaron este país. En Bocas de no ser por Austin o por Rocío, una viajera chilena que conocí haciendo de voluntaria en un hostal, quizás hubiese tenido que seguir hablando inglés o escuchando alemán.

Tras unos cuatro días en el archipiélago, correspondía dirigirme de vuelta a Almirante y de ahí a Sixaola, frontera con Costa Rica e iniciar una nueva historia en este continente.

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Debo decir que partí con el pie derecho en este nuevo país porque ambas fronteras, para sellar salida de Panamá y la entrada a tierras ticas fueron extrañamente expeditas y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en camino a Cahuita, a unos 40 kms de la frontera.

En el trayecto vi esa asombrosa vegetación que caracteriza a este singular país con mas de 20% de su territorio convertido en parque o reserva natural. Miles de plantaciones de bananos adornaban el paisaje de esta primera provincia llamada Limon.

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Ya en Cahuita fui a obtener dinero de los cajeros, que te consultan si deseas la plata en dólares o colones, la moneda local. Un dólar son alrededor de 570 colones y sus coloridos billetes son dignos de mencionar.

La región cuenta con dos localidades muy turísticas: Puerto Viejo, donde se encuentra toda la infraestructura turística (una especie de continuación de Isla Colon) y Cahuita, más tranquila y que alberga el Parque Nacional del mismo nombre. Afortunadamente mi host de Couchsurfing se encontraba en esta última. No tardamos mucho en agarrar nuestras cosas e ir por una pequeña caminata al parque en mi primer día en el país.

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El Parque Nacional Cahuita tiene la singularidad de que es uno de los únicos en Costa Rica con un costo de entrada «voluntario», ya que el resto de parques normalmente cobra 15 USD a extranjeros, una locura. Cómo pueden observar en las fotos de arriba es un verdadero paraíso que mezcla de forma fenomenal los senderos de bosque tropical con las cautivantes playas del Mar Caribe. Habíamos igualado el nivel de playas del Cayó Zapatillas pagando 35 veces menos dinero.

Otro elemento que caracteriza a Costa Rica es su rica fauna a lo largo de toda su envergadura, y Cahuita no era la excepción. Mapaches, coloridas serpientes, monos ladrones de comida (los vimos entrar en el bolso de un turista y sacarles bananos), perezosos, tucanes, ranas, definitivamente para todos los gustos. Un parque que había que recorrer con todos los sentidos porque sorpresas siempre iba a dejar en su camino.

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No podría terminar este texto sin dedicar unas palabras a quien fuese mi compañera de viajes en este inicio de Costa Rica, la española Caren, con quién hicimos amistad de una debido a que ambos llevábamos meses en la carretera, pero en sentidos opuestos, por tanto teníamos muchas información que compartirnos el uno al otro. Amante del ride (cómo le llaman a hacer dedo en este país) recorrimos la totalidad de los 10 kilómetros del parque sin parar de compartir nuestras experiencias que sumaban más de 2 años de viaje americano entre ambos. Ella ama Costa Rica y cree que no necesitaré mucho para sentirme igual, porque según ella cautiva de sobremanera. Ya veremos, por ahora Cahuita fue un aperitivo sensacional que me permitió visualizar un poco al tico y su filosofía «Pura Vida» que tanto se le reconoce en el extranjero. Ya habrá tiempo para ahondar en aquello..

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