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Mujeres que viajan solas #10: Virginia de Argentina

Hoy les traigo la décima entrevista de este ciclo que comenzó en marzo de 2019 y en que creo debemos reflexionar sobre el rol que las mujeres tienen en esta sociedad, las injusticias que aún al año 2020 se siguen cometiendo en un mundo evidentemente machista y los desafíos en pro de laigualdad de género. En el mundo de los viajes esta situación se siente a leguas de distancia, notando la imposibilidad de muchas mujeres de viajar con la misma seguridad que un varón lo puede realizar. En mi caso particular, conozco de primera fuente lo complicado que es para una chica hacer autostop (viajar a dedo) en comparación conmigo, o quedar en casas de Couchsurfing sin que el anfitrión tenga una segunda intención o simplemente poder andar sola por la carretera en busca de cumplir los mismos sueños que cualquier otra persona amante de viajar podría tener. Y eso está mal.

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Desde este lado de la tribuna les digo que es posible, que he tenido la posibilidad de conocer a decenas de mochileras que en soledad se encuentran persiguiendo esa estrella y que a pesar de que, como todo viajero, han tenido una que otra situación incómoda a lo largo del trayecto, eso nunca las ha detenido en el progreso de sus metas. Hoy por hoy, a hombres y mujeres nos toca deconstruirnos, eliminar aquellos micromachismos que a través de los años hemos adquirido inconscientemente y educar en búsqueda de la igualdad. Y lamentablemente creo que quedándonos en casa no conseguimos nada de aquello.

Dado esto, es que al volver a casa después de mi último viaje decidí hacer estas pequeñas entrevistas de 7 preguntas a algunas de las mochileras y viajeras que he ido cruzando en mi camino y así poder contar sus historias, y así contribuir a motivar a muchas de las chicas que están ahí en casa dudando si salir o no algún día. Estas mujeres que el mundo llama valientes son fuente de mi inspiración y espero también lo sean para tod@s ustedes, hombres y mujeres lectoras.

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Mi décima entrevistada se llama Virginia Miño, una mochilera de nacionalidad argentina que conocí durante mi último viaje latinoamericano. El elemento que adhiere picante a nuestro encuentro fue que aconteció en la cima de un volcán activo, en Nicaragua. Aventurera y atrevida como ella misma, Virginia, guitarra en mano, logró conectar su país natal por tierra con el lejano caribe mexicano, en una aventura que le tomó más de dos años. En este juego de preguntas esperamos que la ‘Vicky’ pueda soltarse y entregarnos una pincelada de su vida, su presente y los proyectos que le deparan.

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  • ¿Qué tal, Virginia? Primero que todo, cuéntanos un poco sobre ti. ¿Cómo fue que nació ese amor por viajar?

V: Bueno, mi nombre es Virginia. Soy de una pequeña localidad llamada Villa Paranacito, en Entre Ríos, Argentina. Tengo 30 años y desde chica me enseñaron a tener curiosidad por el mundo, que hay mucho más detrás de ese río que rodea mi pueblo de 2 mil habitantes. Cuando leí el libro «Las venas abiertas de América Latina» sabía que lo primero que realizaría seria recorrer las venas de este continente. Termine la secundaria y me fui a vivir a Paraná, la capital de la provincia. A los 21 años hice un intercambio en Brasil donde decidí residir, quedándome 4 años allá. En ese tiempo me formé y conocí muchísima gente, con cabezas e ideas totalmente diferentes. Cuando me gradué en Comunicación Social ya estaba trabajando en una clínica en algo relacionado con mis estudios, pero a la vez vendía pulseras en la playa y alfajores tanto en la playa como en los bares. Pasaron los Juegos Olímpicos (2016) de Río y sabía exactamente lo que quería. Dejé mi trabajo y tomé un vuelo al nordeste de Brasil. Planeaba comenzar desde allá, conectar con Perú y así seguir subiendo, pero mi estadía en Jericoacoara me hizo replantear algunas cosas que hicieron que terminara regresando a Río y subiendo a tres buses que me llevarían de regreso a casa. Después de un mes me monté en un tren hacia el norte argentino y desde ahí comencé a patear, a pie y a dedo. Salí con 800 dólares y fui trabajando en el camino de voluntaria en campos y escuelas, vendiendo artesanías, comida (alfajores, galletitas, panes rellenos, hamburguesas vegetarianas, trufas, de todo), trabajé en bares y restaurantes. Sin querer y sin darme cuenta se habían pasado 1 año y 10 meses y estaba lista para dormir en mi carpa en la cima de un volcán en Nicaragua cuando nos conocimos.

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  • ¿Cómo es que después de casi dos años terminas en la cima de un volcán activo acampando sola?

V: Cuando te encontré en el volcán, ya había estado 3 meses en Perú, otros 3 meses en Ecuador, 3 meses en Colombia, 2 meses en Panamá, 8 meses en Costa Rica, y hacía unos 20 días que estaba en Nicaragua. El norte argentino y Bolivia los salté porque ya los había recorrido en un viaje anterior, además estaba ansiosa por conocer Perú. Cuando me preguntas cómo fue que llegué a la cima de un volcán activo en una pequeña ciudad de Nicaragua sola, pues, creo que fue un combo. Ciertamente cuando comencé el viaje jamás se me habría ocurrido hacerlo, pero siempre fui paso tras paso, miedo tras miedo, que de a poco iba superando y de repente sin notarlo, estaba viendo y oliendo el azufre que salía del volcán. 

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  • ¿Qué buscas en cada uno de tus destinos? ¿Cómo repartes tu tiempo o decides quedarte en ciertos lugares más tiempo que en otros?

V: Cuando comencé el viaje, en mi mente, quería ser peruana en Perú, ecuatoriana en Ecuador, quería vivir como en cada lugar. Por eso también, el hospedarme con gente local para mi era una de las cosas primordiales. Por lo menos en una familia local de cada país quería quedarme, compartir, escucharlos. Después claro, si podía apreciar y empaparme de las riquezas naturales, mejor aún. Si había ríos quería nadar en ellos, si había lagos al menos zambullirme. Si había bosques, perderme entre los árboles y si había montañas, subirlas. Después creo que eso se hizo innato. Y no me decía «tenés que subirlo», sino que llegaba y era un deseo subir ese volcán. Sobre la pregunta del tiempo, en un principio quería llegar a México en un año, veía los países de Centroamérica en el mapa y pensaba que los recorrería rapidísimo. Sólo que esto de empaparme con cada lugar y cada cultura fue endulzándome más y más, y relajándome también. Me hubiese quedado más de 3 meses en Ecuador, pero era el límite de la visa de turista. Igual en los otros países de Sudamérica, pero cuando llegue a Costa Rica, sentía que había superado un montón de cosas. Ya haber podido cruzar Centroamérica considerando la forma en que me venía sustentando y habiendo superado contratiempos como perder celulares o el pasaporte, y seguía ahí, feliz y aprendiendo. Entonces, ya no me importaba tanto el tiempo que pasaba sino lo que yo hacía con el tiempo. Y si bien, la idea de seguir empapándome con cada cultura continuaba, ahora sumaba que a veces me escuchaba y si sentía que en aquel lugar estaba bien, ¿Para qué irme? Al menos en Costa Rica salía y entraba cada 3 meses para no quedar ilegal. Siempre cuidé el estar en regla con las leyes de los países, supongo era parte del respeto a ellos. 

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  • Mencionaste que comenzaste con 800 dólares. ¿Cómo los administrabas? ¿Nunca te dio miedo el andar sola viajando?

V: Con el ámbito de la economía, siempre me supe administrar bien. El dinero que tenía lo dividía entre «dinero alerta» y el «dinero para gastar». Mientras tanto siempre trabajaba: vendía comidas, artesanías, trabajé en bares y restaurantes. Y otras veces mientras hacía voluntariados me ofrecían trabajar también. Si tocaba el «dinero alerta», significaba que tenía que ir a algún lugar donde pudiese generar dinero, para así recuperar y tener «dinero para gastar».  Sobre mi seguridad, es la pregunta que todos me hacen. Viajando a dedo siempre tuve suerte y jamás me pasó nada grave, pero sabes bien que habían personas que te ofrecían el aventón esperando algo. En esos casos inventaba una excusa o simplemente pedía que me dejaran en el próximo parador. Hay personas muy conservadoras que no entendían el hecho que no viajara con un hombre. La gente al despedirse oraba por mí, pensaban que lo pasaba mal y no que lo hacía por placer o por una realización personal. Pero al final de cuentas, con toda la gente que uno cruza y encuentra, siempre busqué enfocarme en quienes me ayudaron o vieron algo interesante en mi o me consideraban una inspiración. Creo que confiar en lo que va pasando instante a instante es lo que hace la diferencia y permite que las cosas sucedan. Por el otro lado, encontrar en cada cosa que suceda algo que te haga vibrar, por más mínimo o insignificante que parezca. 

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  • ¿Y tu mochila? ¿Qué llevas en tu más importante compañera de viaje?

V: Me acuerdo que cuando comencé el viaje, mi mochila no tenía ni un espacio libre. Además de cargar la carpa, bolsa de dormir, poncho, cargaba bastante ropa, muchísimos hilos, e incluso una estructura para colocar mis artesanías. Más mi equipo de mate y mi guitarra. La gente me preguntaba como cargaba tanto peso, otras cómo llevaba tan poco para tanto tiempo. Con el tiempo, me fui dando cuenta de lo que necesitaba y lo que no. Abandone algunos hilos, modifiqué la estructura y reduje la ropa. Entendí que cuando necesitase algo diferente, lo haría aparecer o incluso intercambiaría por ello. Y así fue, el abrigo que desechaba cuando andaba por lugares muy cálidos siempre aparecía cuando volvía a la sierra. El desapego se hizo algo obvio. La idea fue siempre estar cómoda sabiendo que me tocaría caminar hasta 20 kilómetros o subir a camiones muy altos. Así estuve casi tres años viajando con mi mochila de 65 litros, mi mochila pequeña y la guitarra, que en momentos hizo toda la diferencia.  Entre viajeros decimos «si no podés andar con lo que cargas, entonces hay algo de todo eso que está demás». Bajo esa premisa me moví. Al final, creo que la fuerza mas poderosa, no importa tu estado o contextura física, está en la mente. 

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  • ¿ Dónde estás ahora? ¿Qué se viene para la Vicky en el futuro?

V: Ahora estoy en Ushuaia, en la Patagonia Argentina. Cuando volví a visitar a mi familia después de casi 3 años de viaje planeaba irme a otro continente, pero me di cuenta que todavía conocía muy poco de mi propio país, así que me tomé un vuelo y vine a Ushuaia. El plan siempre fue descansar un poco de moverme tanto, hacer una base de unos meses viviendo acá y después empezar a subir. Primero sucedió que el lugar me atrapó. ¡Ushuaia es una ciudad impresionante! Su naturaleza es rica en lo que imagines: tiene Lagos, lagunas, mar, ríos, bosque, montaña, nieve, días larguísimos en verano, noches larguísimas en invierno, todo en un mismo lugar. Después me di cuenta que me estaba yendo bastante bien con el plan de ahorrar, asique decidí invertir y estudiar un profesorado de yoga con la idea de seguir viajando después y tener otra forma de hacer ingresos. Mi plan ahora es terminar el profesorado, viajar un par de meses por el sur de Argentina y luego quisiera aplicar a una visa Working Holiday, aún sin decidir en que país. Si la pandemia lo permite, claro. Y si esta situación me dificulta demasiado viajar, tengo en vista Chile o Uruguay porque aún no los conozco muy bien. Trato de dejar que el tiempo me vaya indicando lo que haga, por ahora estoy disfrutando de Ushuaia y del aprendizaje que estoy recibiendo acá.

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  • Finalmente, ¿tienes algún mensaje para aquella chica que como tú sueña con adentrarse en el mundo, pero no se atreve y leerá esta entrevista?

V: Preocúpense menos por las cosas y lo que puede suceder. Aprendan a adaptarse y disfruten de los cambios. Estar sola ante tantas cosas nuevas y desconocidas te transforma. Y el hecho de andar sola, de ver caer el sol y entregarte en solitario a la noche en un volcán, frente a una laguna o un río, sin electricidad o internet te hace enfrentarte quizás a lo que de verdad nos asusta, que muchas veces acaba siendo uno mismo con lo que crea la mente. Los miedos aparecerán, pero no los rechacen, caminen con ellos, abrácenlos y aún así anímense a salir. El miedo va a estar siempre ahí, dudas siempre van a aparecer, pero lo que van a descubrir dentro de cada uno de ustedes es más fuerte que esos miedos, y no se mostrarán sino les sonreímos primero. Debemos hacernos amigos de nuestros miedos. 

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Un comentario

  • Chile Ruta 5

    Me motivaron a viajar, en nuesro grupo de amiga viajamos dentro de nuestro pais (Chile) siempre seguras en vehiculos y siempre planificando nuestro viaja, viendo que el estado de ruta esta accesible y con dinero suficiente en caso de emergencia. Gracias por ser una motivicacion para el resto. saludos

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