La segunda parte del viaje a Washington D.C continuó tal cual finalizó la primera, conmemorando parte de la historia americana a través de sus memoriales. Previo al Monumento a Lincoln se encuentra el Memorial a la Guerra de Corea. Este lugar honra a quiénes sirvieron en aquella batalla a mediados de la década de los 90 y se encuentra en el sector sur de la Reflecting Pool, la piscina más simbólica de la ciudad.
Para concluir el National Mall, el límite occidental presenta un edificio de columnas griegas gigante que asemeja una de las 12 casas de los Caballeros del Zodiaco (?). En su interior, la estatua gigante de uno de los más icónicos presidentes de los Estados Unidos yace sobre una enorme silla. En las afueras, la vista icónica de toda la explanada, lugar dónde Dr. Martin Luther King realizó su profundo y conocido discurso «I have a dream». Toda mi vida soñé con estar parado en este lugar tan histórico y disfrutar esta vista. Que la piscina no tuviese agua fue un detalle que irónicamente no aguó la fiesta.
Este lugar marca un punto de inflexión en el viaje, y un momento de tomar una decisión. O gustas caminar 1,5 kilómetros hacia el Cementerio de Arlington, o regresas al National Mall para el último de los memoriales. Lógicamente nuestro único día en la ciudad iba a ser aprovechado al máximo, por tanto nos aproximamos a cruzar el Puente Arlington Memorial, uno de tantos que cruza el Río Potomac, ya en territorio del estado de Virginia.
Al cruzar el puente me llamó profundamente la atención la gran cantidad de naves que sobrevolaban el cielo en ese preciso momento. Recordé el 11 de Septiembre de 2011 y me pregunté cómo era posible que una ciudad tan brutalmente segura como esta, supuestamente haya sufrido la caída de un avión sobre el Pentágono. Plan perfecto o una gran mentira, supongo.
El Cementerio de Arlington es un cementerio militar ubicado en Arlington, Virginia. Los fallecidos de diferentes conflictos de la nación están enterrados en este lugar, comenzando con la Guerra Civil Americana, así como también algunos reentierros de guerras anteriores. Es considerado uno de los lugares más sagrados por la cultura estadounidense, un santuario de recogimiento y respeto por los caídos.
Dos ex presidentes de los Estados Unidos están enterrados en Arlington: William Howard Taft y el asesinado John Fitzgerald Kennedy, probablemente una de las tumbas más famosas del cementerio. En su tumba existe una llama eterna que simboliza ‘un resplandor que puede encender el mundo’.
La vista desde este punto es más que privilegiada. Desde el Capitolio, pasando por el Monumento a Washington, hasta el Pentágono, al sur del cementerio. Una grata sorpresa debido a la cantidad de pequeñas colinas que este lugar posee.
A un kilómetro al norte de Arlington se encuentra el Memorial de Guerra del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, la famosa estatua conmemorativa dedicada a los Marines que han muerto defendiendo al país desde 1775. Esta escultura está basada en una fotografía durante la batalla de Iwo Jima en que los soldados alzaban la bandera norteamericana, en el Monte Suribachi, Japón.
Volviendo al National Mall, esta vez por el sector norte de la Reflecting Pool, vendría el séptimo y último memorial de esta visita, el Memorial a los Veteranos de Vietnam. Dedicado a los miembros de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que lucharon en la guerra de Vietnam, a los fallecidos en servicio, y a los desaparecidos en acción durante aquella batalla, este memorial consta de dos muros de gabro, que contienen inscripciones de los nombres de los hombres homenajeados, y dónde es posible reflejar nuestro propio rostro al verlo de frente. Esto simboliza traer el pasado y el presente al mismo tiempo. Este fue, definitivamente, el Memorial que más profundo me llegó, porque es mucho más que una sola estatua conmemorativa.
Antes de culminar por completo el National Mall, quedaba un último lugar para ver. Caminamos hasta la 17th Street, perpendicular a la explanada y llegamos a la casa de gobierno de los Estados Unidos, la Casa Blanca, la residencia oficial del Presidente de la República desde 1800 y su principal lugar de trabajo. Visitamos su cara sur y, la verdad, es que tras ver tantos lugares simbólicos de tan cerca, este, amurallado a punta de rejas, hacía muy difícil el disfrutarlo siquiera un poco. Sólo una visita de rutina.
Nuestro día en Washington D.C. concluiría admirando un par de lugares históricos y de valor en la ciudad. ¿Primero? El Teatro Ford, lugar de entretención por casi 200 años y en donde el ex presidente Abraham Lincoln fue herido a bala, falleciendo al día siguiente en la Casa Petersen, en frente del teatro, en 1865. Hoy es un sitio histórico nacional.
A media cuadra del Teatro Ford, encontramos las oficinas centrales de la Oficina Federal de Investigación, más bien conocida como FBI, la agencia policial federal más grande del mundo. Y por mi eterno amor al deporte, el último lugar de nuestro viaje fue el Verizon Center, estadio NBA de los Washington Wizards, así como también de los Washington Capitals de la NHL, que esa noche jugaban ante los Rangers de Nueva York. Creo que esa era una señal de hacia dónde nos estábamos dirigiendo pronto.
De vuelta en el metro subterráneo, los pies ya nos pedían descanso, estaban exhaustos. Lógicamente, y cómo describí en un principio, no visitamos todos los lugares que habríamos querido, pero no puedo quejarme si necesité de dos post para describir lo que hicimos en un sólo día en la capital de la nación. La costa este nos seguía dirigiendo hacia el norte y por la mañana tendríamos dos breves viajes, uno a Philadelphia y el otro a New York. Teníamos que tomarnos un pequeño respiro.