Hoy les traigo la séptima entrevista de este ciclo que comenzó en marzo de 2019 y en que creo debemos reflexionar sobre el rol que las mujeres tienen en esta sociedad, las injusticias que aún al año 2020 se siguen cometiendo en un mundo evidentemente machista y los desafíos en pro de laigualdad de género. En el mundo de los viajes esta situación se siente a leguas de distancia, notando la imposibilidad de muchas mujeres de viajar con la misma seguridad que un varón lo puede realizar. En mi caso particular, conozco de primera fuente lo complicado que es para una chica hacer autostop (viajar a dedo) en comparación conmigo, o quedar en casas de Couchsurfing sin que el anfitrión tenga una segunda intención o simplemente poder andar sola por la carretera en busca de cumplir los mismos sueños que cualquier otra persona amante de viajar podría tener. Y eso está mal.
Desde este lado de la tribuna les digo que es posible, que he tenido la posibilidad de conocer a decenas de mochileras que en soledad se encuentran persiguiendo esa estrella y que a pesar de que, como todo viajero, han tenido una que otra situación incómoda a lo largo del trayecto, eso nunca las ha detenido en el progreso de sus metas. Hoy por hoy, a hombres y mujeres nos toca deconstruirnos, eliminar aquellos micromachismos que a través de los años hemos adquirido inconscientemente y educar en búsqueda de la igualdad. Y lamentablemente creo que quedándonos en casa no conseguimos nada de aquello.
Dado esto, es que al volver a casa después de mi último viaje decidí hacer estas pequeñas entrevistas de 7 preguntas a algunas de las mochileras que he ido cruzando por mi camino y así poder contar sus historias, que creo pueden motivar a muchas de las chicas que están ahí en casa dudando si salir o no algún día. Estas mujeres que el mundo llama valientes son fuente de mi inspiración y espero también lo sean para tod@s ustedes, hombres y mujeres lectoras.
Mi séptima entrevistada se llama Elisabet Ariza, mi querida amiga colonizadora. Catalana, trabajadora social y probablemente la viajera que más veces he tenido la fortuna de reencontrar en diferentes destinos. De amistades en común en Encarnación, Paraguay, a recorrer medio Argentina juntos. De volvernos paraguayos de corazón a visitar templos budistas fronterizos, de aventuras sin igual en la intensa Venezuela a rememorar aquellos días al alero de una cachapa en Santiago de Chile. Hace unas semanas hizo una escala en Perth para venir a visitarme a mi trabajo en Australia, mientras palpitaba sus futuros días en Nueva Zelanda, ambos sabemos que esto no para aquí y muchas aventuras se nos avecinan.
- Te conozco, llevas el gen viajero a flor de piel, pero vamos a los inicios: ¿Cómo comenzó todo? ¿Cómo se fue desarrollando ese amor por los viajes hasta la exploradora que eres hoy en día?
E: No vino de golpe, creo que el gusanito fue despertando en mí poco a poco. A nivel familiar, mis padres fueron altos viajeros y con ellos he tenido contacto con la naturaleza a nivel camping en Catalunya y desde pequeña veía como tenían diapositivas de los viajes que habían hecho. Además, cuando creces y descubres que no estamos solos en el mundo, que hay sitios por explorar, que podía vivir otros estilos de vida, conocer otros puntos de vista, hizo que el gusanito fuera agarrando ritmo. Quería ver por mí misma esa naturaleza que había conocido a través de mis padres.
- ¿Tienes consciencia de como era Elisabet en esos inicios? ¿Qué miedos tenías, que tan complicado fue partir a conocer otros mundos?
E: No fui consciente de aquellos miedos hasta el día que me fui. Si hubiese esperado compañía para irme de viaje sola estaría aún presa de la rutina en casa, aprendí que lo hacía sola o no podía hacerlo, esa fue una gran superación. En el viaje fui comparando a la ‘vieja’ Elisabet con la mujer que soy actualmente. Por ejemplo: tengo una gran facilidad para perderme por lo que siempre buscaba compañía para hacer trekking, me pasó en Perú. Y después de meses en Sudamérica me veía haciendo trekking sola en la Patagonia. También sientes el cambio al volver a casa, como ahora vives más el aquí y ahora y no te concentras tanto en el pasado o el futuro. Y como aprendes a dejar de planificar, sino dejar fluir las actividades y las emociones, porque vuelves a un lugar que a pesar del paso del tiempo, no ha cambiado, y debemos buscar el como adaptar esta nueva persona este viejo mundo.
- A diferencia de otras viajeras que he entrevistado, cada cierto tiempo estás volviendo a casa para ejercer tu profesión de trabajadora social, vivir tu vida en Catalunya y retomar tus actividades y amistades. En el hipotético (en términos monetarios) de que pudieras mantenerte viajando de forma permanente.. ¿Preferirías aún así estar volviendo cada cierto tiempo o extenderías las experiencias viajeras?
E: Vuelvo a mi punto de origen porque quiero hacerlo, no porque se me acabe el dinero. Puedo hacerlo por años si quiero, pero vivir viajando no es como la gente piensa. No es sencillo, no somos millonarios ni vivimos en una fantasía, es otro estilo de vida que como todo estilo tiene sacrificios. Cuando vuelvo es porque quiero ese cariño de vuelta, porque extraño a los míos, aprendes a vivir con esa sensación de ‘echar de menos’ mientras te vas conectando con nuevas familias a lo largo del viaje. Tú lo sabes, llevamos Paraguay en la sangre, pero así como necesito moverme, también necesito mi rutina, necesito volver a trabajar y compensarlo con la locura de no saber dónde voy a ir, dónde dormiré, a quién voy a conocer. Me fascina de viajar esa conexión con la niña que llevo dentro, de descubrir cosas nuevas con tus propios ojos, descubrimos nuevos mundos todos los días y los hacemos nuestros.
- Eres una viajera muy intrépida. Sólo hace unos días subiste más de 60 metros a un árbol acá en Australia que personalmente preferí ver desde el suelo. ¿Sientes que tomas demasiados riesgos a la hora de viajar o solo vives el momento para que la experiencia sea lo más honesta posible? ¿Podrías arrepentirte de algo?
E: Para mí, el tema de los riesgos es algo muy subjetivo, para algunos los riesgos pueden ser cosas que para otro no lo es. Lo cierto es que hay ciertas cosas que en un principio cuestan, no es fácil decir ‘me voy lejos de casa sola’ por la incertidumbre y salir de la zona de confort. Alguna vez alguien me dijo que si me daba miedo algo era porque realmente debía hacerlo, mientras más miedo significaba que era aún más importante. Quizás soy intrépida, pero mis temores van por otro lado. Cuando debuté haciendo dedo lo hice acompañada y a pesar de ir aprendiendo, la primera vez que lo hice sola en la carretera igual te dan mariposas en el estómago. En definitiva, no siento que haya sido inconsciente en cuanto a los riesgos, por ejemplo, he vivido una experiencia incómoda en Couchsurfing, pero es parte de todo, te vas y ya. No pararé de hacer Couchsurfing por eso. Entendí que la inseguridad en Sudamérica era un concepto completamente distinto que en Europa, aprendí a seguir mi instinto, seguir las pistas y darle valor a mis decisiones en función a eso.
- Ahora, en términos de compañía durante el viaje ¿Prefieres viajar sola, con amigxs, en grupo, en pareja? ¿Qué me puedes contar acerca de eso?
E: Hay que saber encontrar un equilibrio. Es divino poder compartir el viaje con alguien porque a veces viajar sola genera una pequeña sensación de vacío. Me encanta vivir y contar mis historias, pero compartirlas en el momento con otra persona es increíblemente divino. Sólo hay que ser un buen equipo, lo que se agradece cuando estás en un país que no conoces, pero también hay tiempo para estar contigo misma, salir de la zona de confort del equipo, no tener la obligación de hablar, etc. Ambas situaciones son muy satisfactorias. Lo importante es que la compañía sea igual de agradable que cuando viajamos solos.
- Considerando la importante cantidad de mochileros (y cada vez más mujeres) que cada año largan de sus hogares para descubrir este mundo. ¿Ves en esto de viajar un nuevo estilo de vida o sólo es un pasatiempo temporal que pronto pasará de moda?
E: Vivimos en una sociedad muy organizada donde hay un elemento de control muy grande y donde nos venden un estilo de vida particular y único. Si somos afortunados, nacemos con una unidad familiar, estudiamos para ser alguien de provecho en la vida y nos tenemos que plantear que ser en este mundo, perseguir el ganar plata. Y la realidad es que no todos deben hacer eso para ser feliz, que es el objetivo final de todo. Y el camino a la felicidad no es comprar, sino vivir. No hay que temer en cambiar de trabajo y seguir nuestra vocación, porque la plata no lo es todo. Cuando eres feliz haciendo lo que amas, la plata vendrá sola. La crisis del Covid-19 es un ejemplo de eso, todos debemos adaptarnos a un mundo que ha cambiado por completo, nosotros los viajeros debemos replantearnos como viajar, volar en avión no será igual que hace un año, hay una responsabilidad civil, moral y ética para con la naturaleza. Y quiero ser enfática en que viajar no es la respuesta para todo el mundo, cada uno de nosotros llegará al momento de su vida de preguntarse ‘¿Qué nos llena el alma?’. En mi caso fue viajar y ello me enseñó mucho, aprendí más que si me hubiese quedado quieta, pero eso no significa que otros no aprenderán lo mismo estando quietos.
- Finalmente, ¿Qué mensaje le darías a otras chicas que leerán esta entrevista y quisieran encontrar en tu persona motivación para cumplir su sueño de viajar?
E: Mi mensaje es que, sabiendo los retos y miedos que todas las mujeres tenemos que enfrentar adicionales a los hombres en esta sociedad o cualquier minoría frente al hombre blanco y heterosexual, invito a todas a que alguna vez se permitan el viajar sola, porque así descubres muchas cosas sobre ti misma y también sales de tu zona de confort. Veo al pasado y creo que nunca lo hubiese conseguido con la profundidad que lo hice si me quedaba en casa. Descubrí que tenía una fortaleza increíble, una luz que como ser humano es irreal y me encantaría que todas tuviesen la oportunidad de sentirlo. La sensación de avanzar, no sólo en términos de kilómetros, sino como reflexión, escuchándonos a nosotras mismas. He ahí el secreto.
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